Había una vez un niño que se llamaba Pepito. Pepito vivía en un castillo con su mamá y su papá. El castillo era muy especial porque era un castillo de cristal, si pisabas muy fuerte se rompía.
Un día Pepito dio un golpe en el suelo y lo rompió. Pepito se hundió y fue a caer a un río que pasaba por debajo del castillo. Pepito se hundía porque no sabía nadar. Cuando Pepito estaba a punto de ahogarse de pronto algo lo enganchó y lo llevó a la orilla, y, ¿sabeis lo que era?:
Un hombre que estaba pescando, y en vez de coger a un pez cogió a Pepito.
Cuando el pescador lo vio le dijo:
- ¿Tú eres un pez?
Y Pepito le dijo:
- ¡No! Soy Pepito de Almendrito.
- ¿Y qué haces aquí?
- Me he caído de mi castillo.
- ¿Vives en un castillo?
- Sí, pero ahora no sé llegar.
- Yo no te puedo llevar porque yo no tengo coche, ojalá conociera algún pez que te pudiera llevar.
- ¡Oh, qué pena! ¡Nunca llegaré a mi casa!
En el río había un pez enorme que se llamaba David, y lo estaba escuchando todo. David, como era muy bueno, salió del agua y dijo:
- Pepito, no llores, yo te llevaré a tu casa. ¡Móntante encima mía y agárrate bien!
Y así fue como Pepito pudo volver a su castillo.
Guzmanit@s de 4 años A.